domingo, 27 de abril de 2008

Estado Nueva Esparta: CUBAGUA patrimonio cultural de la humanidad



Las arenas de Cubagua, una isla de 24 kilómetros cuadrados en el Caribe venezolano, están ahora deshabitadas, pero guardan el testimonio de tres pasos formadores de la población americana.

Los primeros yacimientos arqueológicos encontrados datan de 3.000 a 3.500 años, restos del paso de grupos paleoindígenas, nómadas, exploradores, recolectores de crustáceos y moluscos, quizá en camino a poblar otras zonas de Sudamérica o el Caribe", señaló a IPS el antropólogo Carlos Martín.



Sobre su escritorio, en la coordinación de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela, el especialista desparrama algunas conchas marinas colectadas en Cubagua, de apariencia corriente para el lego pero que, con una segunda y más atenta mirada, se ven cortadas o talladas para servir de herramienta. "Lo que parece basura arqueológica en realidad corresponde a gubias o herramientas usadas para abrir moluscos, procurarse alimento o trabajar rudimentariamente la madera", empleada en balsas o primitivos botes con los que exploraban la región del Caribe.



Cubagua, unos 300 kilómetros al nordeste de Caracas, está a mitad de camino entre la costa firme del oriente venezolano y la más grande y turística isla de Margarita. Carece de agua dulce en la superficie y su paisaje es de arena, piedras y algunos matorrales. "Un segundo grupo de objetos tallados corresponde a grupos, esos sí pueblos indígenas de lengua caribe o arawac, que actuaron como nómadas en Cubagua desde hace por lo menos 2.000 o 1.500 años. Son de quienes en tierra firme o en Margarita ya empleaban cuchillos y otras herramientas de piedra, conchas y madera", explicó Martín.




El historiador de origen alemán Enrique Otte registró rastros de alfarería y lo que pudieron ser fogones para cocción de alimentos o actividades rituales de tipo religioso. De estos pueblos eran los indígenas que encontraron los españoles a fines del siglo XV cuando llegaron a esas costas. Durante su tercer viaje, en agosto de 1498, el navegante Cristóbal Colón se encontró con Cubagua y la riqueza que despertó el apetito europeo: las perlas.



Fue el turno de la tercera ola pobladora de Cubagua: los españoles, que llevaron indígenas guaiqueríes desde Margarita para forzarlos a sumergirse hasta morir en los ostrales y para ello establecieron, en 1500, el primer asentamiento de lo que ahora es América del Sur. Nueva Cádiz se llamó el poblado que evolucionó en el norte de Cubagua con pretensiones de ciudad, lo que consiguió formalmente en 1528, cuando llegó a tener 1.000 habitantes de origen europeo, junto a una cantidad desconocida de indígenas y, luego, grupos de esclavos negros.



El agua dulce se llevaba desde la boca del río Manzanares, en la cercana tierra firme. En 1537 ya se extinguían los ostrales y los indígenas, por la salvaje explotación, la ciudad fue abandonada como asentamiento permanente en 1539 y un maremoto la destruyó en 1541. Sus restos fueron quemados por piratas franceses en 1543. Nueva Cádiz "fue una ciudad amurallada en forma de ele (L), para protegerse de los piratas, y tuvo calles, casas, dos iglesias, un ayuntamiento, un convento y un cementerio.



Afuera, en bohíos o barracas muy rudimentarias vivían los indios y negros", narró a IPS el arqueólogo Jorge Armand, quien conduce excavaciones sobre el terreno. Armand y su equipo encontraron y despejaron el área de una de las iglesias, la Ermita de Nuestra Señora, de unos 30 metros de largo por ocho de ancho, con paredes frisadas de un metro de espesor y piso de losas de piedra. "Las ruinas coinciden con las investigaciones de Otte y el registro de un viejo mapa francés", señaló el arqueólogo.

La ermita "es el primer templo católico en América del Sur, el primero donde se veneró la Virgen del Valle --patrona de marineros y pescadores en Venezuela-- y muestra la importancia que los españoles dieron a Nueva Cádiz", dijo Armand. El estatal Instituto del Patrimonio Cultural estudia la posibilidad de erigir en Cubagua un museo que sirva de base a estudios de arqueología e historia, y al turismo. La isla tradicionalmente es usada como apostadero por pescadores de la zona. "Lo primordial es la conservación".

Un museo in situ es una idea magnífica, pero el turismo debe acompañarse de educación y controles que lo hagan muy responsable, pues no sólo estamos ante tesoros arqueológicos sino ante una isla ambientalmente frágil", comentó Martín. Cubagua "representa tres momentos clave del desarrollo humano en América.



Primero el paso de las bandas (en sentido arqueológico) primitivas, que podrían ser antepasados de los caribes, luego los indígenas ya organizados que habitaban tierra firme e iban a Cubagua por temporadas para pescar y posiblemente hacer sus rituales", señaló el arqueólogo. Y, finalmente, "los españoles que fundaron la primera ciudad colonial insular hace más de 500 años", hasta la extinción por obra de las fuerzas de la naturaleza y de la codicia, apuntó. "A veces se tiende a menospreciar el patrimonio prehispánico de Venezuela, porque se compara con el de México, Perú o América Central, que es un patrimonio de carácter monumental.

Pero sus raíces pudieron gestarse aquí, en esta isla, hace milenios, con algo tan básico y maravilloso como los primeros pobladores del nuevo mundo tallando una piedra que servía para abrir una concha de mar y cortar madera", concluyó Martín.(FIN/2008)

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Otra fuente

domingo, 20 de abril de 2008

Cielos de Venezuela

En Punta de Care


El Mar Caribe Desde el Guaraira Repano




Antes de la lluvia...




Atardecer en
Caracas












Arcoiris





Atardecer en Río Chico




lunes, 7 de abril de 2008

Luna creciente

La fecha fue el 8 de marzo, hace menos de un mes. En un rincón remoto de Kansas, el Sol descendía y la luz del atardecer, cada vez más profunda, llamó la atención del fotógrafo Doug Zubenel que conducía su automóvil por un camino rural. Algo fotogénico, él lo sabía, estaba a punto de ocurrir.

Viró hacia un desconocido camino sin pavimentar y se dirigió hacia la puesta de Sol. "El Sol brillante no me permitió ver las guías de cemento que había sobre un puente que cruzaba un riachuelo. Lo siguiente que supe es que ¡había destrozado mi automóvil!". Zubenel salió de lo que quedaba de su automóvil dañado y llamó al servicio de emergencias. Mientras esperaba a que llegase el remolque para auxiliarlo, tomó esta fotografía:



"Era una bella Luna, con un creciente de apenas un día", dice Zubenel. "¡Mucho mejor espectáculo que mi automóvil!".

La emocionante escena está a punto de repetirse tres veces más.

Primero, durante la noche del domingo 6 de abril, una Luna creciente (2%) emergerá desde el resplandor del Sol, como la irónica sonrisa de un gato Cheshire en el rojizo atarceder. Pero para hallar esta tajada tan delgada será necesario escudriñar el horizonte occidental; lo mejor sería salir del automóvil (o al menos frenar), antes de disponerse a observar.

Luego, durante la tarde del lunes 7 de abril, una Luna creciente (6%) se materializará en lo alto del cielo. Contrastando con el azul cobalto del atardecer, la Luna revelará su bello resplandor de Da Vinci, una pálida imitación de la luna llena dentro de un vívido creciente. Hace 500 años, Leonardo Da Vinci fue el primero en explicar este fenómeno: se lo denomina Brillo de la Tierra (Earthshine, en idioma inglés). Es la luz de nuestro propio planeta que ilumina el oscuro terreno lunar. Se considera que una luna creciente con Brillo de la Tierra es una de las vistas más hermosas del firmamento.



Pero lo mejor está aún por venir...

En la tarde del martes 8 de abril, una Luna creciente (12%) se trasladará en conjunción con las Pléyades. "En conjunción" es una frase que se utiliza en astronomía para indicar que dos astros están "uno al lado del otro". La Luna estará tan cerca de las Pléyades que, a simple vista, parecerá que se tocan, pero claro, eso es imposible porque las Pléyades se encuentran a 400 años luz de distancia.

También conocidas como las Siete Hermanas, las Pléyades son un cúmulo de estrellas jóvenes. Las siete más brillantes de entre estas bellezas azuladas forman una constelación en forma de pequeño cazo, que es casi tan ancho como la Luna (0.5o). A pesar de encontrarse a una gran distancia, las Pléyades se ven tenues a simple vista en las zonas urbanas.



El 8 de abril, la Luna lo llevará directo a las Pléyades. Sería recomendable tener binoculares: úselos para explorar alrededor de la Luna y encontrará no sólo siete, sino docenas de estrellas centelleantes, algunas de ellas asomándose y desapareciendo detrás del montañoso limbo lunar. La Luna por sí misma le quitará el aliento cuando recorra con sus binoculares el accidentado paisaje lunar iluminado por la luz de la Tierra.

Como sucedió durante las noches anteriores, la mejor hora para observar es algo después de la puesta del Sol, mirando hacia el Oeste: mapa del cielo. La luna creciente, el brillo de la Tierra y un cúmulo de estrellas en el mismo campo de visión —existen pocas cosas mejores que eso.

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