jueves, 27 de septiembre de 2007
Nueve muertos, entre ellos un japonés, en violencia en Mianmar
"Hoy, cuando las fuerzas de seguridad intentaron dispersar a los manifestantes, se enfrentaron con ellos", manifestó el portavoz del gobierno Ye Htut en un mensaje de correo electrónico enviado a la AP. "Durante estos ataques, nueve personas murieron y 11 resultaron heridas. Además, 31 soldados fueron lesionados".
algunos testigos y un diplomático de un país occidental dijeron a la AP que decenas de personas fueron arrestadas y golpeadas después que los soldados efectuaron los disparos contra la multitud en Yangon.
Las fuerzas dispararon a la multitud en al menos cuatro lugares, después que los manifestantes ignoraron una orden de dispersarse, expresaron los testigos y el diplomático. Hablaron a condición de mantener su nombre en el anonimato por temor a represalias de la junta militar.
Los soldados habían disparado armas automáticas contra una multitud de manifestantes antigubernamentales que marchaban por las calles de la principal ciudad de Mianmar, tras una operación represiva de la junta militar que causó consternación internacional.
En otras partes de la ciudad, miles de manifestantes corrieron por las calles después que los soldados efectuaron disparos de advertencia contra una multitud de unos 70.000 opositores.
Los manifestantes les gritaban a los policías, furiosos por los recientes allanamientos de monasterios budistas.
Los soldados habrían golpeado y arrestado a más de 100 monjes, que habían alentado las mayores protestas contra la junta militar desde que un levantamiento pro-democracia fue brutalmente contenido en 1988.
La mayoría de las personas se retiró del lugar y los aproximadamente 100 manifestantes que resistieron fueron detenidos y arrojados dentro de camiones militares, informaron disidentes y testigos citados por las agencias DPA y Ansa.
Más temprano, en horas de la noche y madrugada, fuerzas de seguridad realizaron redadas en al menos tres monasterios del este de Rangún y apalearon y detuvieron a más de 100 monjes, según dijeron fuentes monásticas y de la oposición civil.
Un monje del monasterio de Ngwe Kyar Yan mostró grandes manchas de sangre que quedaron en el suelo de los dormitorios del monasterio y dijo que eran prueba de los golpes que recibieron los monjes en las redadas, al parecer destinadas a evitar una propagación de las protestas al resto de la clerecía budista.
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